Monet, el gatito tricolor, rescatado del peligro
Una tarde, a principios del mes de marzo del 2020, en pleno verano por este lado del mundo, llegó a mí, Monet, el gatito de tres colores.
Aquella tarde me sentía muy cansada pues estaba restableciéndome de una bronquitis que me dio a raíz de una baja de defensas, creo yo, debido a un estrés prolongado por meses.
Sin embargo, pensaba mucho en Monet que, por supuesto, en ese momento yo no sabía su nombre o mejor dicho, no se lo había puesto aún, pero ya conocía al dueño de ese «futuro nombre» pues días antes a aquella tarde mi amiga y yo habíamos visto en una calle céntrica de Lima a un sujeto que tenía a Monet para atraer a las personas y que le den dinero o le compren unas sucias baratijas, para lo que había vestido a Monet con una especie de falda y puesto una especie de vincha en la cabeza, para que se vea ante el público «gracioso».
Nos acercamos a él, le tomamos una foto, pues recordé en ese momento que meses atrás había visto en una red social que este tipo había sido denunciado por drogar a los gatos, usarlos como atracción para pedir dinero y luego desaparecer a los animales, pues siempre tenía diferentes. Sin embargo, no supe nunca más qué pasó con ese caso de explotación y tortura de animales, pero cuando vi al tipejo en aquella calle, lo recordé.
Cuando le tomamos la foto el sujeto se enfureció, escondió a Monet en una sucia mochila, nos agredió verbalmente y casi rompe el celular. Nos fuimos, pero a la comisaría a poner la denuncia. Cuando llegamos con la policía al lugar el delincuente se había ido, llevándose consigo a Monet. Y para asentar la denuncia se debía saber el nombre del denunciado, dato que en ese momento no teníamos.
Entonces desde ese día no dejé de preocuparme por Monet y pensaba en cuál sería su destino con ese ser infernal. Regresamos otros días a aquella calle para buscarlo, pero no lo encontramos. Pusimos la denuncia en la comisaría pues conseguimos los datos del psicópata en Internet, así como pruebas en redes sociales de lo que hacía con los gatos, pero la denuncia tuvo que ser por agresión, pues no contábamos con pruebas del maltrato animal de ese caso por el que se quería asentar la denuncia. El sistema jurídico es frágil e injusto y aún más si se trata de maltrato animal.
La manipulación
Según la información que encontramos el sujeto le daba terokal (o algo parecido) a los gatos y por eso estaban quietos como “maniquíes”. Además cuando un animal es maltratado y aterrorizado para que realice algo específico, el animal vive en shock constante y es manipulable. Esa clase de manipulación también es la que los cirqueros ejercen en los animales desde que son muy pequeños y vulnerables, características que esa gentuza aprovecha, pues si fueran animales adultos no podrían o les sería más difícil lograrlo. Entonces aquellos animales crecen como autómatas, con miedo y muchos se vuelven locos tanto por el “entrenamiento” como por el encierro. Y si tú vas a los circos que explotan animales, eres cómplice de su sufrimiento. Hoy en día ya todos saben por lo que pasan «los animales de circos».
ESA tarde
¿A veces no sienten que algo o alguien los llama y eso los hace sentir intranquilos? No telepáticamente, sino como un llamado emocional. Habían pasado unos días de haber conocido a Monet y mientras me dirigía al lugar al que había pensado ir aparecía aquel ser indefenso ante mí y sentía que nuestro deber era ayudarlo.
Aquella tarde llegamos al lugar y justo el tipejo se encontraba en la misma calle con Monet exhibiéndolo. Monet yacía en el suelo como un maniquí vestido.
Es curioso cómo suceden las cosas a veces, pues cuando pensábamos que tendríamos que enfrentarnos solas a ese delincuente y que sería casi imposible que nos pudiéramos llevar a Monet, pasó justo por esa calle un policía. Era un policía de la Unidad de Rescate. Fuimos tras él, le explicamos la urgente situación y le pedimos que nos ayude en el rescate. Aceptó sin dudarlo y cumplió lo que por ética debe hacer un policía de rescate: “rescatar vidas sin discriminar”.
Ni bien llegamos el tipo se puso nervioso al vernos. Le dije:
— Deme a la gatita para examinarla y ver si está bien de salud porque tiene denuncias de maltrato a los gatos y además la llevaremos al veterinario.— Y acto seguido se la quitamos.
Él no pudo hacer nada pues el policía estaba junto a nosotras. Pero en un momento dado le arranchó a Monet a mi amiga que lo tenía en brazos, como si fuera un trapo y Monet no decía ni miau. El policía se dio cuenta que era un tipo agresivo y lo agarró del cuello, entonces el delincuente se dio cuenta que no podría hacer nada y empezó a rogar que no le quiten a «su gatita».
Gente…
La gente curiosa que circulaba por el lugar se amontonó y algunos hasta defendían al sujeto, pensando que era uno de esos chicos que venden pulseras y que tienen algún perrito que los acompaña. Pero este no era el caso. El caso del que hablo era uno de crueldad y debíamos ir a la comisaría con el tipo. El policía buscaba a algún refuerzo, llevando al delincuente casi a rastras. Nos dijo que no podía ir a buscar un patrullero dejándonos solas con él porque era peligroso. Definitivamente no nos íbamos a ir del lugar sin Monet.
¡El mundo es como es por el especismo!
Es muy común escuchar a gente especista, egoísta y ególatra (que para colmo no hacen nada por nadie) frases como «porqué no ayudan a los niños». Como si en el mundo sólo hubiera una especie a quien ayudar, la humana. Ojalá fuera así. Ojalá solo la especie humana sufriera, pero desgraciadamente los animales en este planeta son las víctimas más oprimidas, sin derechos, sin protección. Los crímenes que se cometen contra ellos cada segundo, quedan impunes y la justicia no existe para ellos. Los humanos están protegidos por leyes y existen leyes de igualdad para todos y que se comentan crímenes contra las personas es delito en el mundo entero. Y todos esos crímenes contra la gente (99.99%) son cometidos por gente, no por animales y por gente con raciocinio. ¿Así que quién pesa más en la balanza de la necesidad de protección?
MÁS
En la avenida Abancay el policía pudo comunicarse con una policía de tránsito para que traiga un patrullero, pero en ese lapso, el sujeto, al parecer, tenía miedo de ir a la comisaría y no le quedó otra que darnos a Monet. Reflexionamos sobre si en ese momento era idóneo ir a la comisaría, ya que era muy probable que se lo devolvieran si no le encontraban ningún maltrato evidente, porque mucha gente piensa que el animal tiene que estar en mal estado físico para evidenciar maltrato. Creemos que el policía también pensó lo mismo. Entonces lo principal y para lo que estábamos ahí en ese momento era para llevarnos a Monet. No lo dudamos. En medio del laberinto paramos un taxi y nos fuimos. Nos dirigimos a la veterinaria más cercana, dejando todo ese barullo atrás.
No le preguntamos su nombre a aquel policía, pero siempre le estaremos agradecidas. Un policía que defiende a seres indefensos es un gran policía y persona.
Final feliz con Monet
En el camino que fue largo debido al tráfico, Monet iba sentadito y abrigado con una casaca y no mostraba signos de temor o miedo. Normalmente los gatos se asustan mucho cuando van en carro y sienten la bulla de la calle, pero Monet, no. Cosa extraña en Monet que ni siquiera nos conocía. Llegamos a la única veterinaria que en ese momento estaba abierta y la más cercana. Ya serían como las nueve de la noche de un verano no muy caluroso. No sabíamos que pronto aquellas calles estarían vacías debido a la cuarentena por la pandemia.
La veterinaria que examinó a Monet nos dijo que no era gatita, sino gatito (de eso hablo más abajo). Le tomó la temperatura y le observó los ojitos. Al parecer se encontraba bien físicamente. Sin embargo, no podía saber si psicológicamente estaba bien. Tenía un aproximado de tres meses de vida. Lo llevamos a casa con un poco más de tranquilidad. Él no había dado muestras de miedo o molestia en todo el camino, pero al regresar en el taxi empezó a inquietarse recién. Yo creo que lo que le daba ese «ser infernal» era una especie de tranquilizante o tal vez el Terokal diluido en su comida, pues en un pedazo de botella le daba paté.
Los colores de Monet
Todo el tiempo habíamos asumido que era gatita y por lo tanto ni siquiera nos tomamos «el trabajo» de revisar qué sexo tenía. Recién, hace unos días, me he dado cuenta por qué pensábamos que Monet era gatita y es porque tiene tres colores: marrón claro, negro y blanco y los gatitos con esos colores en su pelaje son hembras y casi no hay machos con esos colores. De esto se dieron cuenta las doctoras de la veterinaria donde fue esterilizado. Nosotras siempre creímos que solo eran gris y blanco. ¡Son “raros” los gatos de tres colores! Aquí cuentan su leyenda.
Monet en casa
Yo ya no quise separarme de Monet porque desde que lo vi por primera vez supe que era mi hijito y que tenía que estar con él para cuidarlo. Las primeras horas en la casa estuvo curioseando por todas partes. Nino, otro gatito amado de la casa, estaba feliz de ver un gatito «nuevo» porque Nino quiere a todos los animales, sea un elefante o un ratón. Pero Fedor, mi hijo único en ese momento, estaba asustado y preocupado. Lo observaba de lejos y no se acercaba a él y en cuanto veía que Monet iba hacia él, corría a esconderse. Al día siguiente le pusimos de nombre Monet, en honor al gran pintor francés Claude Monet, quien, coincidentemente, y sin saberlo nosotras, había hecho una pintura (1865) de un gatito parecido a Monet durmiendo.
En los dos siguientes días Monet durmió y comió poco y además maullaba bastante. Para un gatito de esa edad eso es extraño. Intuyo que Monet tuvo una vida irregular y era molestado cuando comía o cuando dormía por eso no lo hacía. Felizmente al cuarto día ya dormía con regularidad y comía bien. Fedor optó por acercarse poco a poco y terminó saltando y jugando con él por todas partes (ahora se quieren mucho). Nino y Fedor le han enseñado muchas cosas y Monet es un gato muy inteligente y aprende rápido. Tiene su «madrina mágica» quien es otra de sus rescatistas.
Ruego a algún dios o diosa que no permita que otro gato caiga en manos de ese sujeto. De todas formas vamos a estar pendientes de eso.
Monet es encantador y ahora es feliz, como deberían serlo todos los gatos y todos los animales de la Tierra.
Simplemente una hoja de árbol.